Bart, personaje del siglo XX
Bart, personaje del siglo XX
Primera época, 13 de agosto de 1998
María Cristina Rosas
"Los explosivos y la escuela no son una buena combinación"
A pesar de lo controvertido que pueda parecerle al lector, la revista Time ha incluido a Bart Simpson en la lista de las 100 figuras más influyentes del siglo XX, al lado de personajes como Winston Churchill, Pablo Picasso, The Beatles y Charles Chaplin, entre otros. A diferencia de estos figurones, Bart no se ha distinguido por sus dotes de literato ni por su interés hacia la pintura o la música y menos aún por su capacidad histriónica y/o cinematográfica. Bart es un niño de diez años que constituye el principal dolor de cabeza de la familia Simpson, compuesta además por Homero y Marge (padres de Bart) y Maggie y Lisa (las hermanitas menores). Entonces, ¿qué hace tan especial a Bart Simpson a los ojos de Time y de millones de telespectadores en todo el mundo?
Tal vez la respuesta estriba en el nivel de travesuras que Bart es capaz de concretar. Por ejemplo, en alguna ocasión fingió caerse a un pozo para gastarle una broma pesada a los habitantes de Springfield, su pueblo natal, y cuando en verdad se cayó al pozo, el cantante Sting vino en su auxilio. Bart también trabajó como barman para la mafia. Colocó un explosivo en uno de los retretes de la escuela primaria lastimando a la madre del director de la misma: Agnes Skinner. El "pequeño demonio" (calificativo que le ha dado su padre Homero) cambió las píldoras anticonceptivas de su maestra Krabappel por antigripales. Con el fin de evitar que le aplicaran un examen, Bart afirmó que le dolían "los ovarios" (y su maestra lo creyó). Por considerar que es mayor que Lisa, Bart le hizo la vida de cuadritos a su hermana una vez que ésta fue designada como niñera por Homero y Marge.
Las travesuras no terminan ahí. Bart vendió su alma por cinco dólares a Milhouse. Por poco provoca el divorcio de sus padres cuando retrató, con su cámara de espía, a Homero en una despedida de solteros bailando con la Princesa Kashemira. Tras cambiar su examen de coeficiente intelectual por el que le aplicaron a su compañero de clase, Martin, Bart fue considerado erróneamente un genio. Falsificó una licencia de manejo y rentó un coche para viajar con Milhouse, Nelson y Martin a la Feria Mundial de Knoxville. Le cortó la cabeza a la estatua del fundador de la ciudad, Jeremías Springfield. Estuvo a punto de provocar la muerte de Homero al agitar hasta el cansancio una lata de cerveza Duff que explotó cuando su padre se disponía a ingerirla. Robó un videojuego en la tienda "A ver si ahorra". Estafó a un niño australiano haciendo que aceptara una llamada de larga distancia por cobrar de 900 dólares. Se convirtió, por breve tiempo, en el heredero del señor Burns.
Pero no todo ha sido diversión para l'enfant terrible. Por ser tan travieso, sus padres estuvieron de acuerdo con enviarlo a Francia en un programa de intercambio estudiantil donde dos maleantes franceses convirtieron a Bart virtualmente en esclavo. Fue expulsado de la escuela primaria tras provocar un accidente donde lesionó al jefe del profesor Skinner. Se enamoró de la hija del reverendo Alegría, Jessica, quien se robó las limosnas de la iglesia e inculpó al "pequeño demonio". Su compañero de escuela, Nelson, le ha dado varias palizas. Fue atropellado por el señor Burns, jefe de Homero. Por no estudiar adecuadamente, estuvo a punto de repetir el cuarto año en la escuela primaria. Al tragarse una rondana de metal que venía de regalo en el cereal marca Krusty, Bart sufrió apendicitis y lo tuvieron que operar. Descubrió un cometa que fue bautizado con su nombre y estuvo a punto de provocar el holocausto dado que se iba a estrellar directamente en Springfield.
Por otra parte, por más irónico que parezca, Bart ha hecho cosas positivas. Por ejemplo, por poseer un extraño tipo de sangre (doble O positivo) se convirtió en el único donante posible para el señor Burns, quien habría muerto de no ser por el niño malcriado. En otra oportunidad se convirtió en ayudante de Krusty, el payaso, y por accidente saltó a la fama convirtiéndose en "El niño 'yo no fui'". Cuando Murphy "encías sangrantes" (ídolo de Lisa) murió, Lisa necesitaba un disco de este artista —para hacerle un homenaje— que valía 500 dólares y Bart lo compró y lo regaló a su hermana. El "pequeño demonio" descubrió que la práctica de apalear serpientes en el "Día del garrote" era una pifia (y salvó a miles de serpientes). Sacó a Krusty de la cárcel cuando fue inculpado por Bob Patiño.
Si los anteriores no son asumidos como méritos suficientes para considerar a este conflictivo niño una de las grandes figuras del siglo XX, entonces el lector puede remitirse al libro que edita Ray Richmond, el cual ilustra el irreverente Matt Groening titulado The Simpsons. A complete guide to our favourite family (Los Simpson. Una guía completa de nuestra familia favorita) publicado el año pasado, muy pronto será editado en español en México. El libro, como su nombre lo indica, es un recuento de todos los episodios transmitidos por televisión, desde el 14 de enero de 1990 hasta el 18 de mayo de 1997 (como se comprenderá, no todos estos episodios los han visto los espectadores mexicanos, toda vez que su transmisión en el país requiere el doblaje al español, lo cual toma tiempo, sin contar los trámites por las regalías correspondientes).
Los Simpson fueron pensados originalmente como caricaturas para adultos. Sin embargo, su horario de transmisión ha hecho casi inevitable que niños y adolescentes presencien las travesuras de Bart, la filosofía mafaldiana de Lisa, las frustraciones de Marge y las desventuras de Homero —y también a Maggie con su chupón—.
En realidad, Los Simpson modificaron buena parte de la estructura de las caricaturas tradicionales, las cuales empiezan y terminan con una historia plana y predecible, donde los buenos triunfan sobre los malos (y los personajes "buenos" son muy bonitos y los "malos" muy siniestros). En contraste, en Los Simpson llegan a contarse hasta dos historias distintas en un mismo episodio, con tramas cuyo desenlace es incierto.
A pesar de la similitud que, en principio, existe entre Los Simpson y Los Picapiedra, hay diferencias importantes, incluso desde el comienzo de cada capítulo: Pedro Picapiedra siempre inicia los episodios con la misma rutina (sale de su trabajo y se traslada en el troncomóvil a su casa). Los Simpson, en cambio, comienzan con el castigo que Bart tiene que cumplir, escribiendo decenas de veces en el pizarrón una frase (diferente en cada episodio), además, una vez que toda la familia llega a casa, se sientan en posiciones distintas en el sofá para ver la tv.
Por otra parte, en Los Simpson se ha explotado el valor y la comicidad de la cotidianidad a que se enfrentan las familias (no sólo las estadounidenses), abordando temas pocas veces planteados en series de dibujos animados, tales como la infidelidad (Marge y Homero han estado a punto de serlo), la homosexualidad (ahí está el caso del señor Smithers, el lame patas del señor Burns), la rivalidad entre hermanos (Homero y Heberto, Bart y Lisa, Marge, Paty y Selma), la contaminación ambiental (provocada por la planta nuclear del señor Burns), la corrupción (del jefe Górgori de la policía y del alcalde Diamante, gobernador de Springfield), la pobreza del sistema educativo (con docentes como Stricter o Krabappel, tutores de Lisa y Bart, respectivamente, que ni siquiera dominan los temas que imparten), el puritanismo y la doble moral (de la familia Flanders y del reverendo Alegría), las prácticas de acaparamiento (de Apu, el dueño del supermercado Kwit-E-Mart o bien de Marge, cuando recibe la ayuda de la mafia para dominar el mercado de la comida chatarra con sus pretzels), la publicidad engañosa (con Krusty, cuyo nombre aparece en una gran cantidad de productos de mala calidad), la violencia de los dibujos animados (Tommy y Daly, las caricaturas favoritas de Bart y Lisa —quienes, por cierto, también son caricaturas—), etcétera.
En Los Simpson también se observa una referencia permanente a la cultura cinematográfica y a la música estadounidense que en ninguna otra caricatura han sido considerados con tanta periodicidad. Hay episodios completos dedicados a parodiar famosas películas, por ejemplo, "Un tranvía llamado Marge", "Cabo de miedosos", "Tommy y Daly, la película", "¿Quién mató al señor Burns?", partes 1 y 2. Y por si esto fuera poco, en los diversos capítulos se han hecho alusiones a cintas como Thelma & Louise, Pesadilla en la calle del infierno, Parque jurásico, La sirenita, Pulp Fiction, Bob Roberts, Cara de guerra, El graduado, Alien, Terminator, Quisiera ser grande, Forrest Gump, Patton, Lo que el viento se llevó, Drácula de Bram Stoker, Batman, Atrapado sin salida, 2001 Odisea del espacio, etcétera.
Otro aspecto interesante es que diversas estrellas han sido invitadas para dar vida con sus voces a algunos personajes de la serie, tales como Meryl Streep (Jessica, la chica de quien se enamora Bart), Glenn Close (la mamá de Homero), Danny Devito (Heberto, hermano de Homero), Michelle Pfeiffer (Mindy Simmons, compañera de trabajo de Homero, de quien éste se enamora), Pamela Reed (compañera de aventuras de Marge), Elizabeth Taylor (Maggie, en su primera palabra), Joe Mantegna (Tony, el mafioso), Penny Marshall (como la niñera ladrona), Susan Sarandon (como la maestra de ballet de Bart), Mandy Patinkin (Hugh, el prometido de Lisa), Christina Ricci (Erin, amiga de Lisa) y Jack Lemmon (dueño de la franquicia Pretzel), entre otros.
Salvo los estudios Disney, que valoraron la importancia de contratar celebridades para dar vida a sus largometrajes animados a raíz del éxito de Robin Williams como la voz del "genio" en Aladino, las voces de los personajes de dibujos animados siempre recaían en artistas con mucho oficio pero sin renombre, algo que Los Simpson han modificado sustancialmente, no sólo al contratar estrellas sino convirtiendo en figuras a quienes interpretan las voces de Bart (Nancy Cartwright), Lisa (Yeardley Smith), Homero (Dan Castallaneta) y Marge (Julie Kavner), además de la participación del "mil voces" Hank Azaria (Apu, Moe, Górgori, doctor Nick Riviera, etcétera). Otras celebridades han aparecido con sus propios personajes: Larry King, Paul McCartney, Ringo Starr, George Harrison, Gillian Anderson, David Duchovny, Tom Jones, Tony Bennet, Tito Puente, Buzz Aldrin, James Taylor, Johnny Carson, Bette Midler, Luke Perry, Barry White, Red Hot Chilli Peppers, Linda Rondstadt, Bob Hope, Smashing Pumpkins, entre otros.
Pero posiblemente la mayor aportación de Los Simpson al mundo de los dibujos animados reside en el humor negro con el cual los habitantes de Springfield se desenvuelven. Michael Dirda, en The Washington Post, definía a Los Simpson simple y llanamente como La comedia humana, dada la manera como satirizan el american way de finales del siglo XX. En cada episodio el espectador no sólo es bombardeado con múltiples historias sino también con gags que fácilmente pueden escaparse a los televidentes, lo cual hace disfrutable algo que en otras series de tv no lo es: la repetición de los capítulos.
Hace un par de años se escucharon rumores de que la Twentieth Century Fox dejaría de transmitir Los Simpson en EU, rumor que también se escuchó en TV Azteca, adonde llegaron múltiples protestas por la decisión. En EU ciertos sectores conservadores han criticado ampliamente a Los Simpson por "proyectar una imagen errónea de la sociedad estadounidense", en palabras del ex presidente George Bush, quien implícitamente invitó a la población a boicotear el programa. La respuesta de Los Simpson no se hizo esperar: Bart apareció en la televisión respondiendo a Bush: "Los estadounidenses estamos rezando para que termine la recesión", y a manera de venganza, en diversos episodios de la serie, el ex Presidente ha sido motivo de mofa hasta decir basta, llegando al punto que Homero y Bush se lían a golpes en un capítulo ante la asombrada presencia de Mijaíl Gorbachov. Otro republicano maltratado en la serie es Richard Nixon. Clinton, más liberal que Bush (ha buscado el apoyo de ciertos sectores de Hollywood con fines electoreros en sus dos campañas presidenciales) ha recibido un trato más benévolo en Los Simpson (lo más trágico que le pasó a Clinton y a su adversario en la lucha electoral de 1996, Robert Dole, fue haber sido secuestrados por extraterrestres en un episodio del especial de noche de brujas de la serie).
Claro que los problemas que enfrenta la creación y la transmisión de Los Simpson son múltiples. En EU, las voces de Homero, Bart y Lisa solicitaron un aumento de sueldo a la Twentieth Century Fox a principios de este año — y hasta donde se sabe, a la empresa no le quedó más remedio que acceder a las demandas de su elenco—. Originalmente, cada uno de los actores encargado de prestar su voz para dar vida a los personajes de la familia Simpson recibía diez mil dólares por capítulo.
En México, a raíz de un desacuerdo salarial con Audiomaster 3000 (empresa maquiladora de Televisa encargada de hacer el doblaje de Los Simpson para su distribución en toda América Latina), Marina Huerta, la voz de Bart en español, tuvo que renunciar. Ahora la voz del "pequeño demonio" reacae en Claudia Mota, una mujer sin experiencia que ha grabado varios episodios, algunos ya transmitidos en México y cuya voz va en detrimento del personaje central de la familia Simpson.
Marina Huerta le dio vida a Bart en español durante los primeros 150 capítulos de la serie. Por capítulo recibía un pago de 500 pesos y cuando pidió aumento salarial (por demás merecido, considerando que ha hecho un trabajo de doblaje extraordinario) se lo negaron y ante esta arbitrariedad, Marina Huerta renunció. Televisión Azteca, que posee los derechos exclusivos de transmisión de Los Simpson en México, no movió un dedo para evitar su salida. Ojalá la empresa reconsidere la participación de la señora Huerta, quien por 15 años se ha dedicado a la difícil y poco reconocida tarea del doblaje, ya que Bart sin su voz no es el mismo (es como si las voces de Pedro Picapiedra y Pablo Mármol en español las hiciera una persona distinta a Jorge Arvizu).
Hay quienes consideran que la popularidad de Los Simpson va en picada, luego de ocho largos años de vida. En EU nuevas series de dibujos animados acaparan los ratings, siendo de particular interés en este momento: The King of the Hill (en México la empresa Twentieth Century Fox la distribuye como Los reyes de la colina), la cual retrata a una típica familia texana con problemas cotidianos. Esta serie supera en audiencia a Los Simpson por amplio margen y sólo se encuentra por debajo de The X Files, la más vista por los televidentes estadounidenses. Las diferencias entre Los Simpson y Los reyes de la colina son claras: a pesar de que ambos son dibujos animados, la segunda es prácticamente una telenovela cuya historia bien podría ser caracterizada por humanos. Los Simpson, en cambio, tienen muchos rasgos tradicionales de los dibujos animados y quizá han posibilitado el tránsito de una serie como Los reyes de la colina. Sin embargo, para los televidentes de todo el mundo, Los Simpson son más atractivos que Los reyes de la colina, dado que los segundos son muy localistas y un tanto aldeanos (situación que explicaría por qué el estadounidense promedio se identifica con Hank y Peggie Hill, sus protagonistas —recuérdese que en español a Hank lo rebautizaron como Héctor—) en cambio, "la familia amarilla de los ojos grandes" se aboca a una amplia diversidad de temas con alcances nacionales e internacionales y una actitud mordaz en la cual tiene mucho que ver su productor James L. Brooks. Los Simpson revolucionaron para siempre a los dibujos animados y eso es algo de lo cual se ha beneficiado la serie Los reyes de la colina. No obstante, la demanda global en torno a Los Simpson se mantendrá por largo tiempo: después de todo, fuera de la Unión Americana muy pocos conocen a Hank y Peggie Hill, mientras que Bart, l´enfant terrible es una de las 100 personalidades más influyentes del siglo XX.
María Cristina Rosas es profesora-investigadora en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.